domingo

El del robo

Reconozco abiertamente que la picaresca ha existido toda la puñetera vida.
Echa un vistazo atrás y recuerda cuando en el instituto te hicieron tragarte enterito aquel bodrio titulado "El lazarillo de Tormes", cuyo autor desconocido (deduzco que para evitar ser lapidado por matar el tiempo de semejante forma), nos hizo padecer en nuestras propias carnes en qué consistía exactamente el reirse de alguien, aunque personalmente hubiera preferido leerme la historia de Encanna y las empanadillas.
Pues bien, hace aproximadamente 3 semanas pude comprobar como, aquel soporífero fragmento, cobraba vida ante mis propios ojos.
Resulta que habíamos ido Bea y yo a comer a McDonald's debido a nuestra limitadísima capacidad para encontrar otro sitio mejor. Una vez allí, pedimos los menús, cogimos las bandejas y nos acercamos a una mesa, la de siempre, donde nunca hay nadie. Pues vale.
Comimos (devoramos) la comida y escuché una llamada proveniente del interior de mi bolso, lugar donde se alojaba alegremente mi teléfono móvil. En esto que lo saqué, lo miré, y lo dejé encima de la mesa, a mi vista, sin nadie alrededor.
Seguimos hablando durante un buen rato hasta que se acercó un niñato de unos 16 años, con un periódico Metro en las manos (de a saber qué fecha) y pidiendo algo que no entendía ni su padre:

- Bururururburburburburburbururururururruruburburururururuuu...

A todo esto nosotros continuábamos hablando, diciéndole con la cabeza que no queríamos nada y mirándonos entre nosotros. El pollo agitaba el periódico contra la mesa mientras no dejaba de hablar, y mientras nosotros nos negábamos, yo pensaba "aprende a hablar, cojones", pero falta no le hacía, no.
Tras mucho decirle que no, vimos como el tío se alejaba dándose por vencido, o eso pensamos nosotros.
Curiosamente yo percibí como el niñato tras irse de nuestra mesa no se acercó a pedir a ninguna más, y eso que acababa de entrar.
Pues sí, pues sí, pues sí...
A los 15 minutos me recorrió un fresquete por mi espina lorzal al comprobar que mi móvil no aparecía por ninguno de los sitios y tras buscar en el cubo de la basura por si acaso lo habíamos tirado con la bandeja de la comida (porque nosotros somos pobres, pero bien majetes), dí por hecho lo que había que dar por hecho.
Pues efectivamente del todo, si... efectivamente.
Sufrí en mis propios entremeses, ante mis propios ojos, ante los propios ojos de Bea y sus propios entremeses, un acto de picaresca atroz, valiente y sobre todo sinvergüenza. Allí en un lugar en el que piensas que no pasará nada, algo que nunca crees que te pasará a ti, como el ciego del libro ese del demonio, que maldita la hora. Manual del perfecto caco. Mal, muy mal. Como un gilipollas absoluto. Triste.
La inocencia se ha perdido, se perdió hace mucho tiempo si es que llegó a existir. Cosas como estas ocurren a diario y nadie puede hacer nada, solo dejarte dar por donde amargan los pepinos.
Qué pasa con la época de "Barrio Sésamo"? Qué ha sido de Epi, Blas y todos los demás?
Y sobre todo una pregunta que rodea mi mente... Si ahora estos personajes salieran por la tele, le quitarían audiencia a "El diario de Patricia"?
Parece que su sistema educativo ha quedado desfasado.
Los tiempos han cambiado y hasta los teleñecos se han modernizado, he podido comprobarlo:

Quién es tu ranita... quién?

Joder Gustavo, cómo has cambiado tío... esta es tu forma de celebrar tus 50 años, cumplidos el pasado día 12 de Agosto?
Y encima titulando el video como "Quién es tu ranita"?? ... vaya morro.

Hagamos que no hemos visto nada, pues tras el amargor del robo, y la pérdida de mi propia infancia, sólo tengo ganas de comerme una pizza, y ahora no es plan.
Como decía la serie aquella "La vida es así..."

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