martes

El de la muleta

Pues bien, el otro día sufrí en mis propias carnes lo que científicamente se conoce como "Síndrome del nudo Kinder" o popularmente conocido como "Se man puesto los güevos de corbata". Era Viernes, Viernes 4 de Febrero de 2005 hacia las 11 de la mañana y mi cara brillaba porque pronto empezaría a disfrutar de mi fin de semana. Mi destino era la Avenida de Bruselas, una calle llena de gente y bastante tranquila, o eso creía yo hasta entonces. Me bajé del coche dispuesto a reparar una ínfima avería que algún maleante había producido durante la noche. Esta gente se dedica a hacer pequeñas putaditas para que, cuando alguien introduzca una moneda en el teléfono, ésta quede atascada. Así comencé a arreglar cuando de pronto observé como un tipo se plantaba delante de mis narices, apoyado en una pared, mirándome y mirando como me ponía manos a la obra, al que llamaremos "Paquito". El insulso delincuente de todo a cien que merodeaba por aquella zona, era el mismo que ahora no me quitaba ojo. Un tío desaliñado, sin aceite, ni vinagre, ni sal ni ná, bueno, un careto digno de las pelis de mafiosos, una gorra "Yankee Style", una pata chula y una muleta, pero sobre todo mala leche... muy mala leche. Tanto debió molestarle cómo le iba a estropear el negocio de sacar unas monedillas al día para sus cafés y sus cosas que el tipo se acercó a mí gritando, alegando que él tocaba la cabina porque le daba la gana, porque era pública y porque tenía más derecho que yo a tocarla. A todo esto alargó su puño y llamó al cristal de la cabina sin ningún tipo de delicadezas, a lo que yo le contesté que si por ser pública había que pegarle unos mamporritos al cristal. En ese momento, "Paquito" desenfundó su muleta con ganas de hacer conmigo un duelo, y la levantó al menos 3000 metros por encima de mi cabeza. Casualmente yo me había dejado la muleta en casa por lo que en el duelo estaban todas las apuestas 10 a 1, en mi contra claro. Así surgió el "Síndrome del nudo Kinder" porque "Paquito" se creció tanto al ver cómo yo me acojonaba que comenzó a hacer unas maniobras con su Mágnum Muleta al estilo de unos nunchakus de esos de pelea. Unas maniobras... que me dieron ganas hasta de aplaudirle, pero el tipo empezó a soltar cosas del estilo "Chaval, que yo soy ex-presidiario" y otras. La gente observaba impasible cómo "Paquito", con su gorra, su muleta y su mala hostia hacían que yo me echase atrás cada vez que él venía hacia mí. Al final mis argumentos debieron convercerle: 3 simples "Oiga, que yo estoy trabajando" bastaron para que "Paquito", al ritmo de "Ten cuidao, chaval" se fuera alejando poco a poco". El susto me duró 15 minutos porque, a fin de cuentas, el fin de semana estaba cada vez más cerca, o casi...

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