sábado

El del otro lado

Martes, 22 de Marzo de 2005:

Me despierto.
Acabo de recordar que hoy tenía algo importante que hacer pero sin embargo no recuerdo el qué.
Me duele la cabeza. He pasado una mala noche en compañía de pesadillas que desde hace meses inundan mis pensamientos aún en estado consciente.
No me quedo mucho tiempo en la cama, siento que me empieza a doler todo el cuerpo y acabaré mal para el resto del día.
Suena el despertador, lo apago y decido levantarme hacia la nevera.
De camino a la cocina el oscuro pasillo que atravieso se funde en mi mente negra, perturbada por lo acontecido últimamente.
No necesito recordar para saber que aún duele todo aquello.
Me siento solo, algo me llama desde otro lado pero me niego a pensar qué puede ser.
Abro la nevera y saco un zumo de manzana. Enseguida lleno el vaso y me voy hacia el contestador del teléfono.
Reparo en que olvidé guardar el brick pero no me doy la vuelta.
Pongo el contestador, tres mensajes.
El primero un anuncio comercial, nada interesante.
El segundo una llamada que se corta tras apenas dos segundos.
El tercero una voz de mujer, inconfundible. Ella que me ronda la cabeza, ella que conoce cosas de mí que ni yo mismo sé.
Me cita, para el jueves.
No tengo prisa por encontrarme con ella. Solo se trata de negocios.
Es posible que quiera otra cosa?
Su voz parece apagada, fría, sin vida.
Me paro a pensar, esto no se me da bien. Habrá ocurrido ya?
No, no es posible...
Quizá debería adelantar la cita. Pero no.
Vuelvo al cuarto y me siento en la cama, no dejo de pensar en lo que puede estar ocurriendo.
La pesadilla vuelve pero la evado, me pongo los pantalones y la camiseta de ayer.
Me miro en el espejo de la habitación, tengo ojeras, no puedo disimularlas. Trato de peinarme con la mano pero mi pelo rebelde vuelve a su ser.
Bajo a la calle y echo un vistazo al buzón, saco tres cartas.
El banco me devuelve algo de dinero por equivocación en una de las últimas facturas. Algo positivo en semanas.
La segunda carta es del director del colegio. Una cita para el viernes.
Nada fuera de lo común, hace poco dos niños mataron salvajemente a una niña a puñaladas en los servicios de la segunda planta.
No me altero y abro la tercera carta.
Una entrada para el cine de regalo como premio a mi fidelidad.
Mentira, hace siglos que no ocupo una butaca.
A decir verdad desde hace casi ocho meses.
Solo faltan seis días para que se cumpla el noveno mes.
No puede ser otra vez. El portal se vuelve oscuro ante mis ojos. Sombras que me acechan, ojos en la oscuridad que me observan.
No quiero pensar en ello ahora. No ahora. Sólo quiero salir a la calle.
Un día lluvioso ahí fuera. El tiempo no acompaña para combatir el estado de ánimo.
Comienzo a caminar por este vertedero de ciudad hacia ningún sitio, solo quiero aislarme.
Echo la mano a mi bolsillo para comprobar que he cogido las llaves. Todo en orden.
La gente a mi paso mira hacia el suelo. Sigo andando.
Son solo imaginaciones?
Llego a un cruce, paro. Miro a mi derecha. Una pequeña niña me observa mientras hago intentos en vano por sonreir.
El semáforo cambia y sigo andando.
Me encuentro ante la cafetería de siempre, voy a entrar.
Antes me detengo en la puerta y trato de no recordar que ahí estuve con ella, hace menos de un año. Éramos felices, nos amábamos.
Pasamos tardes y tardes juntos en el café.
Ahora todo ha cambiado. Por qué, por qué te has ido?
Entro al sitio de siempre...

2 comentarios:

Fernando Bside dijo...

Pensaré en ello. Pones los pelos de punta.

Anónimo dijo...

q miedo... lo de los niños mata compañeras... si... mu normal... jajaja. a ver q tal acaba esto...